Bitácora de Viaje : Día 1 : México – Oaxaca

Durante los días antes del viaje estaba pensando en que urgía renovar mi colchón. Me levanté con dolor de espalda cada uno de los días. Estaba preocupado porque hoy, que salíamos a la carretera, no pudiera manejar por el dolor. Pero mágicamente me levanté perfecto. Y me di cuenta que no era el colchón, sino el estrés del trabajo y los nervios del viaje. Así qué sin dolor me dirigí al zócalo de la ciudad, nuestro kilómetro cero, a las 6.00 am, donde ya estaban Charly y Mich estrenando cascos y chamarras coordinados especialmente para el viaje.

Eso no quiere decir que no haya sufrido un poco este primer día de casi 500 km, sobre todo la convivencia con peseros a lo largo de la Av. Ignacio Zaragoza, rebasándonos por el carril de alta y cruzando hacia la lateral. Luego al fin la carretera y empezamos a subir hacia Río Frío. Seguía sin disfrutarlo tanto. A 3,200 MSNM y el aire helado de frente, las manos se congelaban feamente a pesar de los guantes. Y los cascos abiertos y paliacates no ayudaban mucho. Pero nadie podría negar que somos fieles al estilo retro de las motos.

Así, congelándonos al punto de hacerme dudar del equipo que llevábamos, paramos a desayunar algo a un lado de la carretera. El café cayó perfecto y otra vez a la carretera con miedo. Y felizmente nos encontramos al sol y con menos frío, lo que nos hizo empezar a planear esos tiros de cámara increíbles con las GoPro y los aditamentos especiales que Charly había construido con sus propias manos y tubos de cobre.

Y después de unos kilómetros, los de GoPro me trajeron algunas ideas a la cabeza. ¿Vale la pena lo que cuestan cuando tienes que pasar por complicaciones de pilas que duran sólo unos minutos, problemas de acoplamiento y necesidad de comprar un montón de aditamentos extras? Probablemente la respuesta es si, ¡si consideramos que soportan una caída en carretera a 100km por hora con apenas algunos rasguños!.

Vale la pena reconocer el esfuerzo cuasi-heroíco de Mich al ver que la cámara se cayó, parar, bajar de la moto y correr sobre la carretera y hacer señas desesperadas para detener a un tráiler que iba a pasar justo sobre la cámara. Tampoco resisten tanto. Creemos.

Y lo logró. En su honor, le pondremos su nombre al WiFi de la cámara.

Luego seguimos a Tehuacán, Puebla, donde comimos un calientito consomé de pollo, descansamos (porque no hallamos otra cosa que hacer), tire mi exceso de equipaje y salimos de nuevo a la carretera, esta vez para encontrarnos con paisajes impresionantes y una carretera bastante buena para andar en moto. Lo malo es que ya no teníamos pila en las cámaras y sólo Mich consiguió hacer algunas tomas. Esta parte entre Tehuacán y Oaxaca es muy recomendable para ver. La vista desde la moto es increíble.

Al final llegamos a Oaxaca. La última parte de carretera ya más normalita y aburrida en la que me dediqué a ver cuántos segundos tardaba en recorrer los postes que indican los kilómetros. 30 segundos en promedio.

Por cierto, el tráfico de la ciudad de Oaxaca se parece al del D.F. Y si sumamos las celebraciones religiosas en las calles que de pronto detenían todo el tráfico para bailar un poco, tardamos más de una hora para llegar al hotel.

Pero Oaxaca es Oaxaca, y está bonito. Terminamos el día con una cerveza de barril en los portales y luego a dormir intensamente.

Fue un día de viaje. De los más largos trayectos que haremos. Sigue otro igual hacia Puerto Arista, según Charly, el destino de sol y playa de los Oaxaqueños.

Mich trae bronceador y muchos champús.

– Tavo

Resumén
Día 2
Las Royal Enfields Listas para el viaje
Preparando la salida de CDMX
Llegando a Río Frío
Mich helandose en Río Frío
Comiendo en Tehuacán
Comiendo en Tehuacán
En en Centro de Oaxaca