Día 3 :
De Juchitán a San Cristóbal de las Casas
Al final cambiamos de plan y no fuimos a la frontera. Aún.
Algo bien padre de este viaje es que no es fijo y se puede mover conforme pasan los días. Al final estamos aprendiendo a viajar así.
Y hay que aprenderlo porque viajar en moto es diferente. Sí has hecho un viaje a un lugar, pero en coche y luego lo haces en moto, parece otro viaje. Se ve diferente y se siente más diferente. Los tiempos son otros.
En estas motos en particular no es más rápido. Es más complejo. Pero tienes esa especie de rituales lentos y metódicos que lo hacen único.
Por ejemplo, en las mañanas preparas todo, revisas que la moto esté bien, que tenga aceite, que la cadena esté como debe estar, cargas las maletas que quitaste por la noche para que nos se las robaran, pones las GoPro y rezas para que funcionen bien.
Piensas en la temperatura afuera, te pones chamarra, guantes, botas, casco. Esperas a que todos hagan lo mismo, o te apuras para alcanzarlos sí vas retrasado.
Y sales. Y te paras sí la cámara se movió, o si hay que ponerle gas, o te faltó algo o si se cayó algo de la moto. Y haces todo el ritual de la quitada y puesta de guantes, casco, paliacates, cables y muchas veces chamarra y más. Y también lo haces cada que llegas o te vas de cualquier lado.
Y a esta complejidad de andar en moto agrega toda la crudeza de las Royal Enfield. No es lo mismo que viajar en una BMW. Entre otras cosas, es más lento.
Total que cambiamos el plan porque estábamos calculando mal los tiempos. Ir a Tapachula y cruzar la frontera de repente no se sintió la mejor opción para llegar tranquilos a Bacalar el 31 de diciembre.
Entonces fuimos con rumbo a San Cristóbal de las Casas. Salimos de Juchitán, cruzamos La Ventosa, un lugar lleno de molinos de viento, rebasamos a un grupo de ciclistas viajeros que seguro traían más equipaje que nosotros, y luego llegamos a Arriaga, Oaxaca, donde desayunamos. Y de ahí a San Cristóbal por una carretera muy buena.
385 km y llegamos.
Charly dice que San Cristóbal tiene un buen equilibrio entre euro/gringo-trash y mayan-hipster, jaja. Y las combinaciones de todos esos. Ese equilibrio nos dejó encontrar un hotel barato y cerca del centro donde pudiéramos meter las motos.
Ahí también conocimos al primer motociclista del viaje. Nos dio algunos tips de Guatemala y Belice. Viajaba sólo desde Mérida.
También en San Cristóbal habíamos encontrado a la mascota del viaje. Le habíamos bautizado como Coliflora, en honor a una perrita que vimos en Chiapa de Corzo ayer. A Mich se le olvidó en el bar Revolución 2 horas después.
Era nuestra versión del gnomo viajero.
Sólo una noche en San Cristóbal, queremos estar el más tiempo posible en lugares que no conocíamos.
Mañana vamos a Palenque